Hace unos días conocíamos la noticia de que un grupo de investigadores chinos había clonado un mono Rhesus al que habían llamado Retro. El animal tiene ya tres años y parece vivir feliz y en buenas condiciones de salud. Es el segundo ejemplar de primate que se clona en el mundo, lo que desata de nuevo las especulaciones de si es científicamente posible clonar un ser humano. Desde 1997, con la clonación de la oveja Dolly, es un tema recurrente que, de momento, sólo se da en las películas de ciencia ficción.
Hablamos con Lluis Montoliu de la posibilidad de clonar seres humanos y de otros avances de la genética. Lluis Montoliu es investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Centro Nacional de Biotecnología y colaborador del Observatorio de Bioética de la Fundación Pablo VI. “Éticamente me parece injustificable clonar seres humanos, no encuentro una razón médica para ese experimento. Además de que es ilegal”, afirma categóricamente.
Clonar un primate no es nada fácil. Los números del mono Retro así lo confirman. Se reconstruyeron 113 embriones y sólo nació un mono, se trata de menos de un 1% de éxito. Esta dificultad ¿nos aleja o nos acerca a la clonación humana? “Quiero pensar que nos aleja porque hace que sea prácticamente inviable trasladarlo a la especie humana. Se necesitarían más de cien embriones, la cantidad de mujeres que tendrían que implicarse para gestarlos y para que, en el mejor de los casos, uno de ellos llegara a término, me parece inimaginable”, explica Montoliu.
La clonación en animales tiene sus desafíos éticos. Hay personas que han clonado a sus mascotas porque no son capaces de imaginar un mundo sin ellas. “El señor Milei hace gala de tener 5 clones de su perro Titán a los que ha puesto distintos nombres”, explica Montoliu, pero hay que tener en cuenta que los clones no tienen por qué comportarse de la misma manera. “Todos somos productos de la genética, pero también de la educación que hemos recibido y de nuestras interacciones”, puntualiza Montoliu. El principal objetivo cuando se comenzó el camino de la clonación era modificar genéticamente a un animal que de otra forma no se podía hacer. Sirvió para lograr los xenotrasplantes, una técnica de trasplantes de órganos de animales en humanos, una manera de suplir la carencia de órganos humanos. Entre un 30 y 40% de personas mueren esperando un órgano. Con esta técnica, es posible trasplantar el corazón de un cerdo al tórax de una persona con una cardiopatía, después de haberle hecho 10 modificaciones genéticas.
Esta utilidad principal ha cambiado con el descubrimiento de las herramientas CRISPR. La investigadora francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer A. Doudna ganaron el Premio Nobel de Química 2020 por el desarrollo de este método para editar el genoma. “Las técnicas de clonación para modificar genéticamente quedaron obsoletas con el descubrimiento de estas herramientas”, explica Montoliu. “En Europa se ha propuesto la autorización de la primera tecnología CRSPR terapéutica para curar dos enfermedades congénitas de la sangre muy graves que son la beta talasemia y la anemia falciforme que afectan a miles de personas y son enfermedades incurables. Hay casi 90 ensayos clínicos que están probando diferentes estratégicas basadas en la tecnología CRSPR, ese es el futuro”.
Estas enfermedades afectan a capacidades físicas, pero ¿se podría editar el genoma para revertir una discapacidad intelectual? “Yo no tengo conocimiento de que, hasta el momento, se haya hecho. Principalmente porque en estos casos suelen estar alterados varios genes y no es tan sencillo como cuando sólo está alterado uno”, explica Montoliu. “Pero soy optimista y creo que algún día se podrá aplicar para revertir la discapacidad intelectual”.
Con la aplicación de este método para editar genoma se abre la posibilidad no sólo de aplicarlo para revertir enfermedades, si no también para realizar mejoras de las características físicas y psíquicas en los seres humanos, una corriente muy de actualidad que trata el transhumanismo.
¿Hasta qué punto modificar una característica o enfermedad del ser humano para mejorarlo le resta su autenticidad? Montoliu nos da algunos ejemplos en los que la enfermedad formó parte de un proceso de creación como el del músico Maurice Ravel, del que se sospecha que la enfermedad de Pick que padecía influyó en la creación de su famoso Bolero o las alteraciones de la visión de Monet y que le hizo ser uno de los precursores del impresionismo.