
Inversión europea en la “economía verde”
Síntesis de la sesión del 13 de febrero de 2025
El Pacto Verde Europeo aprobado en 2020 representa uno de los retos ante los que, de forma más visible, se han afirmado la voluntad política y el poder jurídico de las instituciones europeas. ¿Cómo estamos situados en cuanto a las inversiones necesarias para alcanzar los objetivos fijados? Para responder a esta pregunta se había invitado a la sesión del 13 de febrero de 2025 a la analista especializada de AFI, Claudia Antuña. Comentaron su ponencia el experto de comunicación empresarial, Miguel López-Quesada, y el profesor de teología moral especializado en temas ambientales, Jaime Tatay SJ. En el debate intervinieron varios expertos, con la moderación del director del seminario, Domingo Sugranyes Bickel.
El Pacto Verde Europeo: un conjunto normativo de peso
Claudia Antuña subraya el importante conjunto de disposiciones jurídicas y financieras acordadas por la Unión Europea para el desarrollo de una economía verde, así como el papel crítico asignado al sector financiero como correa de transmisión de los objetivos climáticos hacia el tejido empresarial. Este examen permitirá preguntarse, con conocimiento de causa, en qué medida todo este aparato institucional influye – positivamente o negativamente – en la competitividad de las empresas europeas, y en la de Europa en genera en el contexto geopolítico actual.
Para hacer posible el cumplimiento de Europa con los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París (2015), los objetivos definidos por la UE se pueden agrupar en distintas categorías:
- Objetivos de reducción de emisiones en una amplia gama de sectores.
- El objetivo de impulsar los sumideros naturales de carbono.
- Un régimen actualizado de comercio de derechos de emisión para limitar las emisiones, poner un precio a la contaminación y generar inversiones en la transición ecológica.
- Apoyo social para los ciudadanos y las pequeñas empresas.
En 2021 se adoptó un paquete de medidas jurídicamente vinculantes para lograr reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% antes de 2030 (Fit for 55). Estas medidas incluyen, en particular, la promoción de las energías renovables; la reforma del sistema de comercio de emisiones y la imposición de un impuesto al carbono en las fronteras; la adopción de medidas más estrictas de eficiencia energética; y el cambio hacia el transporte limpio, eliminando gradualmente los vehículos de combustión interna.
Claudia Antuña
Papel del sector financiero
Para que la transición fuera socialmente justa, y eficaz al mismo tiempo, era imprescindible contar con un plan económico capaz de movilizar los recursos financieros públicos y privados necesarios. Por el lado público se comprometieron parte de los limitados recursos presupuestarios propios de la UE, así como los fondos especiales levantados para el plan de relanzamiento post covid Next Generation EU. En cuanto a la financiación privada, se buscó principalmente movilizar la inversión hacia proyectos empresariales sostenibles que cumplieran con unos nuevos índices de referencia climáticos y con la “taxonomía”, una clasificación unificada para la identificación de actividades económicas sostenibles. La industria de la gestión de activos estaba llamada a jugar un papel esencial en la orientación de la inversión hacia los objetivos de sostenibilidad.
Se trataba en realidad de que los criterios de sostenibilidad se integraran completamente y de manera transversal en las estrategias empresariales, utilizando las instituciones de financiación y de gestión financiera como mensajeros e impulsores de estas nuevas perspectivas de largoplacismo ambiental. En la práctica, todo ello se tradujo ante todo por un considerable incremento del peso informativo, de control interno y de reporting. El coste y los efectos de esta normativa difiere, por supuesto, según se trate de actividades que deben modificarse para reducir su daño ambiental, o de actividades que nacen expresamente con el objeto de reducir el daño ambiental. En cualquier caso, en su conjunto, es indudable que la industria europea ha avanzado de forma sustancial hacia la descarbonización.
Sostenibilidad y competitividad
En términos generales y a la larga, la integración de objetivos de sostenibilidad mejorará necesariamente la competitividad de las empresas en la medida en que permite una mejor gestión de los riesgos, evitando costes y posibles catástrofes futuras. Pero su aplicación inmediata puede tener efectos distintos, según la forma en que se implementen.
Cuando la implementación se limita al cumplimiento por las empresas de unas exigencias regulatorias, les resultará difícil recuperar a corto plazo el coste elevado que supone su adaptación. El desafío para las empresas radica en integrar la sostenibilidad de manera transversal y, sobre todo, que se elaboren nuevos proyectos y nuevas estrategias y oportunidades de inversión directamente inspiradas en las consideraciones climáticas, desde la previsión del coste de las materias primas hasta las ventajas/riesgos reputacionales. Claudia Antuña concluye su exposición afirmando que también es necesario – y lo acaba de reconocer públicamente la presidenta de la Comisión Europea – un incremento considerable del impulso financiero y de los incentivos a la innovación y, todavía más urgente, una radical simplificación de la normativa.
¿Europa ingenua?
En su comentario, Miguel López-Quesada estima que la UE se ha puesto, sin darse cuenta, en una situación de inferioridad peligrosa: durante años, parecíamos los únicos en el mundo seriamente preocupados del cambio climático, y tomamos la delantera con iniciativas regulatorias exigentes. Ahora vemos que otros han sabido aprovecharse de nuestra iniciativa precoz: China fabrica con costes inferiores los vehículos eléctricos que deberían comprar los europeos. Y los Estados Unidos de Biden, puestos a incentivar la inversión verde, lo hicieron con bastante más eficacia que la UE con su famosa IRA, una ley que invocaba la inflación, pero en realidad conllevaba ingentes incentivos a la industrialización verde. Según el dicho popular, Europa ha puesto más peso en la mochila del corredor, mientras que USA le ha vendido mejores zapatillas.
La relativa debilidad económica europea no es nueva y se ha comentado en sesiones anteriores: falla a menudo la unión entre la investigación académica y el mercado; la falta de avances en la integración económica limita nuestro margen de economías de escala. En el nuevo mundo multipolar, Europa pesa poco; China y USA se reparten las cartas y, a las empresas europeas, les resulta a veces más rentable “descarbonizar” en Estados Unidos que en su país de origen. A todo ello se añaden nuestros lastres conocidos: unos costes salariales elevados y la ausencia de liderazgo en la revolución digital.
Estas dificultades se podrían vencer con voluntad política. Pero el ciudadano europeo tiene el alma partida: quiere industria propia, siempre que no sea en su entorno inmediato: not in my backyard! Mientras algunos siguen criticando a las empresas por el green washing (medidas ecológicas de pura apariencia para el marketing), hay estudios indicando que, al contrario, numerosas empresas evitan hablar demasiado de sus avances en la descarbonización para preservar su posición competitiva (secretismo verde o green hushing). Habrá sin duda grandes oportunidades vinculadas a las energías renovables, por ejemplo, la creación de grandes centros de datos, altos consumidores de electricidad y de agua, en zonas relativamente poco pobladas como es gran parte de España. Pero ¿lo aceptarán la opinión pública y las fracciones políticas interesadas? En definitiva, concluye Miguel López-Quesada, corremos el riesgo de llegar tarde: después de haber dado las ideas y las recetas, quedarnos sin industria y con actividades de servicios más dependientes todavía de un comercio internacional vulnerable y en retroceso.
Miguel López-Quesada
Compras públicas y coches eléctricos
En el debate, hay un acuerdo general en la necesidad de simplificar el lenguaje de la UE: en muchos casos, frente a una opinión general positiva sobre las políticas verdes, las respuestas de detalle pasan a ser negativas sólo por la complejidad con las que se hacen las encuestas y los reglamentos.
Se hicieron varios comentarios sobre las políticas de compras públicas (public procurement). M. López-Quesada se declara escéptico respecto de las políticas de compras públicas, que acaban promoviendo productos de menor calidad por ser de menor precio, y probablemente producidos fuera de Europa. Respecto del automóvil, probablemente ha habido un exceso de precipitación al optar exclusivamente por una forma de energía – el vehículo eléctrico – cuando aún existen dudas sobre otras posibles formas de movilidad. Lo recomendable sería un tratamiento tecnológico neutral, con una infraestructura de servicio igualmente eficaz para las distintas formas de motorización. Algo similar vale para el mix energético en general: una cierta neutralidad diversificada puede ser una ventaja. Sin descuidar la eólica y la solar, se plantea también la cuestión de la energía nuclear, ante la cual existen actitudes muy diferentes en distintos países europeos, y que probablemente vuelva a tener utilidad futura.
Jaime Tatay
Contradicciones no resueltas
Se subraya la contradicción que permite la UE cuando impone drásticas normas a los productores locales y, sin embargo, deja entrar productos de otros países donde no se aplican de la misma manera.
De algunas intervenciones emerge una preocupación más general: ¿no tendrá todo el mundo desarrollado que prepararse a vivir con menos, si se quiere reducir realmente los efectos del deterioro ambiental? Al tomar en cuenta los costes ambientales, lo que se hace en realidad es corregir una distorsión grave del mercado, la de ignorar unas externalidades que no causan gasto aparente en la economía actual. Pero esto debería afectar a todos por igual y, por consiguiente, no debería ser un elemento negativo para la competitividad de las empresas si se hiciera de manera transparente.
En su comentario, Jaime Tatay se preguntaba, como hizo Josep Borrell en su reciente discurso de investidura al doctorado honoris causa de la Universidad Pontifica Comillas, si Europa va a ser un poder blando, pero influyente, o simplemente un poder cada vez más débil. ¿Podría ser Europa, como los antiguos partidos liberales europeos, esa “bisagra” en la negociación de las alianzas mundiales, no muy grande, pero sin la cual no se consiguen las coaliciones?
Parece preocupante el creciente éxito de partidos políticos euroescépticos dentro de la UE, que rechazan totalmente la orientación básica del Pacto Verde. El recuerdo de los “chalecos amarillos” franceses debería hacernos conscientes de que es mejor usar la zanahoria que el bastón. Deberíamos preguntarnos, después del relativo fracaso y de los titubeos europeos en la transición hacia el vehículo eléctrico, si no hay otras áreas en las que podríamos ser líderes, quizás en el campo de la biotecnología. ¿Es posible que en el enfoque general europeo nos hayamos concentrado demasiado en la descarbonización, olvidándonos de otros aspectos ecológicos no menos importantes, como el de la biodiversidad, que quizás requerirían otro tipo de incentivos?
Volver a los valores fundacionales
En definitiva, quizás sea necesario volver a preguntas más fundamentales: ante un futuro incierto, ante un declive de la vida asociativa, una mayor soledad y el desamparo generalizado ante un debate político caótico, hay que recordar por qué se creó Europa: como mercado común, pero también como una apasionante aventura para superar un pasado de guerras fratricidas. La relación es evidente con los temas tratados en sesiones anteriores de este seminario: la respuesta europea y global ante el desafío del “cuidado de la tierra” exige una reflexión conjunta sobre la solidaridad y la fraternidad humanas.
Listado de asistentes en la sesión del 13 de enero de 2025
- Claudia Antuña, socia de AFI (Analistas Financieros Internacionales)
- Agustín Blanco Martín, director de la Cátedra J.M. Martín Patino de la Cultura del Encuentro, Universidad Pontificia Comillas
- Jorge Díaz Lanchas. Profesor asistente de Economía de ICADE/ Universidad Pontificia Comillas
- Raúl González Fabre. Ingeniero y filósofo, Universidad Pontificia Comillas
- Francisco Javier López Martín. Exsecretario general de Madrid, CCOO
- Miguel López-Quesada Gil. Presidente de Dircom
- Miguel Ángel Martínez López. Ingeniero de Telecomunicación y escritor. Director de innovación en YBVR
- Domingo Sugranyes Bickel, director del seminario de ética socioeconómica, Fundación Pablo VI
- Jaime Tatay, SJ, Cátedra Hana y Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión, Universidad Pontificia Comillas