Síntesis de la sesión del 9 de diciembre de 2021
La Fundación Pablo VI ha puesto en marcha el seminario interdisciplinar “El trabajo se transforma” con la primera reunión de su comité de expertos. El encuentro ha servido para poner las bases de la tarea que comienza ahora y que se desarrollará a lo largo de dos años.
El director del seminario, Domingo Sugranyes abrió el primer encuentro definiendo cuales pueden ser las aportaciones específicas de esta iniciativa sobre un tema del que ya se habla en todas partes: un enfoque multidisciplinar – con intervenciones de economistas, sociólogos, filósofos y teólogos, y también de personas con experiencia directa en la dirección de empresa o sindical –; un tiempo largo, que debe hacer posible un intercambio más allá de la yuxtaposición de opiniones distintas; una perspectiva amplia, que no se limite al dilema empleo/desempleo, sino que abarque la no-participación de parte de la población en el mercado del trabajo, el trabajo doméstico “olvidado” o el trabajo en la sombra, la dimensión global de las deslocalizaciones, cadenas de suministro y migraciones, y la visión humanista sobre el trabajo digno, propia de la tradición cristiana. El seminario se desarrollará entre tres polos significativos: la elevada concepción de la antropología humanista que ve el trabajo como participación en la creación; las profecías sobre la desaparición del trabajo como consecuencia del desarrollo tecnológico; y la dura realidad de un mundo del trabajo desigual, con creciente distancia entre empleos cualificados y trabajos “que nadie quiere”. Introduciendo al ponente, Sugranyes señala el mérito de un enfoque que pone en relación la transformación del trabajo con la del consumo y del tiempo de ocio, y de esta forma desemboca directamente en las cuestiones éticas que constituyen la línea de fondo del seminario.
En su ponencia, José Luis Zofío[1] analizó el proceso que ha llevado al país a una dualidad entre trabajadores que tienen un empleo estable, con ingresos fijos, pero con una jornada laboral que tiende a crecer; y trabajados que sufren una precariedad derivada de la inestabilidad y los bajos sueldos.
A esta complicada situación se ha llegado, explicó el catedrático, a pesar de las teorías que en los años 50 y 60 planteaban el “final del trabajo” para dejar paso a una “civilización del ocio”. Factores como la globalización, la revolución de las TICs o la apertura de Asia a la economía mundial han derivado en una creciente flexibilización del mercado de trabajo que se traduce en que, en los países occidentales, las nuevas generaciones vivan condiciones laborales peores que las existentes en la segunda mitad del siglo XX, caracterizadas por la consolidación del “Estado de Bienestar”.
José Luis Zofío, Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico, UAM
La dualidad de la que habla José Luis Zofío no impide que se den características comunes como la generalización de jornadas prolongadas, el pluriempleo o la escasa conciliación. Sin embargo, mientras el grupo con empleo estable e ingresos fijos puede plantearse un desarrollo de su nivel (material) de vida, el segundo, más numeroso, con empleo precario y de baja remuneración, no tiene esta posibilidad. Esto deriva en un proceso de frustración del que surgen algunos de los movimientos políticos más recientes, como el 15M, y apelaciones populistas como la presidencia de Donald Trump o el Brexit.
La búsqueda de esa mejora en el nivel de vida, especialmente en el grupo de empleo fijo, conduce a un ciclo de trabajo y consumo basado en el endeudamiento. Se intenta aumentar el consumo y la adquisición de bienes y servicios duraderos a cambio de endeudarse, con ejemplos paradigmáticos como la compra de la vivienda. Un sistema de desarrollo basado en el apalancamiento puede derivar en el continuo ciclo de “me endeudo-tengo que trabajar más para pagar esa deuda”. Además, esto puede derivar en un miedo a perder el empleo y no poder cumplir con esas deudas. Esta tendencia explica también que los individuos, de forma voluntaria o forzada, no alcancen una mayor calidad de vida, con jornadas laborales menos prolongadas que permiten mayor conciliación familiar y social, menores nivel de estrés y bajas laborales, etc.
El ponente se centró en la casuística española, en la que vemos una de las tasas de paro más elevada de entre los países desarrollados, particularmente entre los jóvenes. Algunos analistas consideran que este hecho se debe a la estructura productiva del país, enfocado a sectores de bajo valor añadido como pueden ser el turismo, la hostelería o la construcción. Para cambiar este modelo sería necesaria una revisión que comenzase por la educación (formación profesional y universitaria) y que se preguntase por problemas como la dificultad para crear empresas y favorecer iniciativas de innovación.
Los datos aportados por Zofío señalan como España duplica la tasa de paro y de temporalidad de la Unión Europea, un problema que no se resuelve, que vivió una mejora durante el boom del ladrillo, pero que volvió a hundirse con la crisis de 2008. A esta situación hay que sumarle otro punto más que complica la comparativa: los bajos salarios. En 2020 el salario mínimo interprofesional ha subido en España hasta los 950€ al mes, un 30% más que el SMI de 2018. Pero, al margen de este incremento, el problema está en el amplísimo número de trabajadores, cerca del 68% según los datos del Instituto Nacional de Estadística, que cobran cantidades cercanas al mínimo: la encuesta de estructura salarial indica que solo el 30% de los trabajadores tiene un trabajo indefinido y cobra, al menos, dos veces el salario mínimo.
Esta serie de datos llevan al ponente a señalar un deterioro en las condiciones de trabajo que convierten en utopías bastante alejadas de la realidad propuestas como la reducción de la semana laboral a 35 horas de trabajo y otras extensiones del “Estado de Bienestar”, como la renta básica universal, puestas en prácticas de forma experimental en algunos países.
Zofío concluyó su intervención relacionando la situación del mercado laboral con el ocio. La dualidad que encontramos en el mercado de trabajo se extrapola al tiempo libre. Los trabajadores “estabilizados” optan por las “experiencias” como los viajes, las visitas culturales o el deporte, mientras que los trabajadores precarios invierten su descanso en un ocio pasivo virtual.
Jesús Avezuela, director general de la Fundación Pablo VI abre el debate de expertos
BASE SOBRE LA QUE CONSTRUIR
En el debate que se abrió a continuación se planteó una cuestión recurrente sobre las propuestas que apuntan a un reparto del trabajo, medidas que solo son relativamente fáciles de aplicar en un contexto de empleo público, puesto que el coste de repartir ese empleo es elevado, y, en un contexto competitivo, se plantea inevitablemente la duda sobre qué hacer con los sueldos de aquellos cuya jornada se redujese.
Se citaron algunos matices históricos que pueden explicar la situación española. El país, inmerso en la posguerra y la dictadura, llegó tarde a los cambios que se producían en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y ahora parece complicado que muchas de sus empresas den el salto a los mercados exteriores, a pesar de contar con algunos casos de rotundo éxito. Se llamó a una necesaria prudencia a la hora de comparar los niveles de vida de las distintas generaciones, lo que se trató de explicar con un sencillo ejemplo: “quizá las generaciones anteriores no tuviesen frigorífico, pero sí servicio doméstico”.
Algún interviniente señaló la falta de un plan estratégico industrial en el país, un “debe” de los distintos gobiernos que sigue sin resolverse. Pero otros estimaron que no se trata tanto de cambiar la actividad hacia sectores distintos, supuestamente más productivos, sino de incrementar la productividad en las actividades en las que España tiene experiencia, o sea: ser mejores en lo que hacemos.
Junto a esta cuestión industrial, los expertos señalaron otros problemas del mercado laboral español que necesitan una respuesta: el encorsetamiento legal a la hora de crear empresas o realizar contrataciones. Especialmente pusieron el foco en la educación. Se subrayó la necesidad de distinguir en el análisis estadístico el sector de los autónomos, que representa una porción no desdeñable de la población trabajadora. En este sentido, Zofío apuntó que el sistema educativo español no está tan orientado como en otros países a la creación de empresas y a la empleabilidad. Por ejemplo se cuestiona la idoneidad del actual modelo 4+1 (4 años de grado y uno de máster) que impera en las universidades españolas, frente al 3+2 europeo que apuesta más por la especialización y las prácticas en empresas, a su vez comprometidas con la definición de currículos actualizados.
Se hizo hincapié en recordar que el mundo del trabajo puede vivir un cambio radical una vez que la inteligencia artificial se consolide de forma definitiva. No hay plazos concretos, pero para cuando ese momento llegue, muchos empleos pueden peligrar y será necesaria una profunda reflexión sobre cómo asumir a esa masa de trabajadores: ¿distribución de la riqueza, tasa robots…?
También se puso sobre la mesa el uso que se le pueden dar a los fondos europeos para la recuperación tras la pandemia. Los fondos Next Generation EU pueden ser una gran oportunidad si se destinan a aspectos como la digitalización o a la réplica de modelos europeos de éxito.
La mayor tensión en el trabajo, incluso entre los sectores más favorecidos, tiene una consecuencia respecto de la capacidad moral de las personas: es difícil resistirse a comportamientos antiéticos cuando uno tiene miedo a perder el puesto. Varias intervenciones hicieron referencia al concepto de ocio, en comparación con el del trabajo. El ocio ¿es sinónimo de entretenimiento? ¿Se tiende a difuminar la frontera entre ocio y trabajo? Y ¿no será preciso reflexionar sobre la falta de tiempo para la interioridad y las relaciones interpersonales? La reflexión sobre los conceptos de “trabajo”, “labor” y “obra” permite dar un paso atrás y mirar la problemática desde más arriba.
En resumen, el debate sobre la ponencia de José Luis Zofío sirvió para esbozar un marco de trabajo al seminario que arranca. Sobre esa base se pueden abrir múltiples caminos que se resumen en cuatro grandes áreas:
- Una sensación generalizada de degradación del trabajo y del tiempo libre, lo que obligaría a concretar cuáles son los aspectos particulares que han empeorado.
- El desafío que supone la búsqueda de un paradigma económico que mejore las condiciones actuales. Aquí se abren interrogantes sobre la productividad, la economía circular o la capital importancia de nuevas formas de colaboración entre el sector público y el sector privado en esta transformación.
- El modelo educativo y su necesaria adecuación a las posibilidades del trabajo.
- Los interrogantes sobre la libertad que buscamos: ¿libertad para no trabajar?, ¿para consumir más?, ¿para buscar nuevas relaciones?, ¿para ser agentes morales libres?
Listado de asistentes en la sesión del 9 de diciembre de 2021
- Javier Anitua Echeverría, ex socio de Russell Reynolds
- José Manuel Aparicio Malo, teólogo, Universidad Pontificia Comillas
- Txetxu Ausín Díez, Científico Titular, Instituto de Filosofía, CSIC
- Jesús Avezuela Cárcel, director general de la Fundación Pablo VI
- Agustín Blanco, director de la Cátedra J. M. Martín Patino de la Cultura del Encuentro, Universidad Pontificia Comillas
- Fernando Bonete Vizcaíno, director del Título de Experto en Economía Circular y Desarrollo Sostenible CEU – Expansión, Universidad CEU San Pablo
- José Luis Calvo Salanova, director de Inteligencia Artificial, Sngular
- Inma de Benito, directora del departamento Turismo, Cultura y Deporte, CEOE
- Paul Dembinski, economista, Observatoire de la Finance, Ginebra
- José Luis Fernández Fernández, director de la Cátedra de Ética Empresarial, Universidad Pontifica Comillas
- Fernando Fuentes, subdirector general, Fundación Pablo VI
- Raúl González Fabre, profesor, Universidad Pontificia Comillas
- José Manuel González-Páramo, Catedrático de Economía del IESE y Presidente de European DataWarehouse GmbH
- Mariano Guindal, periodista, La Vanguardia
- Enrique Lluch Frechina, economista, Universidad CEU Cardenal Herrera
- Francisco Javier López Martín, exsecretario general, CCOO Madrid
- Olga Martínez Moure, Profesora Doctora de la UDIMA y Profesora Asociada de la UCM
- Melania Moscoso, Investigadora en el Instituto de Filosofía, CSIC
- Juan Luis Paramio Salcines, profesor titular, Universidad Autónoma de Madrid
- Alfredo Pastor, economista, profesor emérito IESE
- María Elena Sanz Isla, directora general de Personas y Organización de Mapfre
- Domingo Sugranyes Bickel, director del seminario
- José Luis Zofío, Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico, Universidad Autónoma de Madrid
[1] Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Autónoma de Madrid. Visiting Professor de la Erasmus University, Países Bajos.