A finales del siglo XVIII, el científico Georges Cuvier planteó la teoría del catastrofismo para explicar que la Tierra había sido el resultado de un proceso de catástrofes y desastres naturales, tras el cual nació un orden improvisado. Cien años más tarde, Hutton vendría a negar aquellas tesis catastrofistas reseñando que el orden cósmico era el resultado de un proceso gradual de transformación uniforme y constante.
En menos de cuatro años, desde que España votó el 20 de diciembre de 2015, se va a celebrar el próximo 10 de noviembre el cuarto proceso de elecciones generales, y dos de ellos en períodos de poco más de seis meses. Es una obviedad destacar los indeseables efectos que, desde muchos ángulos, genera esta situación política para el natural desenvolvimiento y gestión de una sociedad, además de la reseñable pérdida de confianza que se genera hacia las instituciones. A este contexto nacional se suman las muchas turbulencias en el plano internacional que amenazan el orden geopolítico o financiero.
Sin duda que todos estos escenarios propician frustración, pesimismo, hartazgo frente al establishment y, en suma, el afloramiento de sentimientos catastrofistas –hoy más fácilmente divulgables por las redes- que ayudan bien poco a seguir construyendo y avanzando social, económica y políticamente, provocando únicamente una deslegitimación de la democracia representativa.
Pero hemos de revertir el enfoque. Ya no hay mucho más tiempo para la retórica excluyente del ‘conmigo o contra mí’ y de juicios negativos spenglerianos; la compleja situación de bloqueo en la que nos encontramos exige otras acciones y actitudes tanto por parte de los gobiernos y responsables políticos como de los propios ciudadanos que, cada vez más, generamos una influencia directa en el poder. Debemos tomar decisiones antes de que sea tarde. Instalarnos en un mensaje pesimista no hace más que mermar la capacidad de reacción y, a la postre, empeorar nuestra situación.
Sin negar los problemas preexistentes, comparto la visión de Johan Norberg, en su libro Progreso, de que estamos en uno de los mejores momentos de la historia y, sin embargo, se ha instalado la creencia de que el mundo está cada vez peor.
Recuperar los valores de Europa
Resulta necesario valorar los considerables avances que, a escala global, se han producido en nuestra sociedad en el desarrollo de la ciencia, de los derechos o del comercio. Y a nivel más local, España ha experimentado en las últimas décadas un desarrollo sin precedentes, como miembro activo de la Unión Europea. En este sentido, por muchas diferencias que nos puedan separar entre los países occidentales, hemos de enorgullecernos de una historia y unos valores, principios y derechos frente a otros patrones culturales cimentados en unos elementos bien distintos. Destacaba Ana Palacio recientemente en la inauguración de un curso de formación en liderazgo, en el seno de la Fundación Pablo VI cómo, por ejemplo, en la carrera tecnológica el modelo chino predica unos fundamentos que no ensamblan con nuestras raíces más profundas, porque dejan a un lado el individuo y la libertad.
Necesitamos a nivel nacional y europeo recuperar la confianza. Y todos, desde un lado y otro de la barrera política, económica o social, debemos colaborar en ello. Afrontando de un modo valiente y decidido las reformas que sean precisas, pongamos en valor una historia que, con sus luces y sombras, ha sido exitosa y ha liderado una declaración de derechos que configuran el arquetipo de todas las sociedades en las que rige el estado de derecho y una real democracia. No debemos, pues, tener miedo s tomar decisiones y actuar.
En esta tarea, la sociedad civil debe jugar un papel esencial, evitando las tesis catastrofistas y moldeando un futuro positivo colaborador con el resto de agentes para dar respuestas en clave de diálogo, respeto y compromiso.
Así desea comenzar el curso la Fundación Pablo VI en su nueva edición del Foro de Encuentros Interdisciplinares. La primera cita, en el mes de octubre, abordará, precisamente, el Brexit, uno de los mayores retos de Europa en este momento, que no solamente está desquiciando el sistema británico, sino también retorciendo los pilares de la Unión Europea.
Jesús Avezuela Cárcel
Director General de la Fundación Pablo VI