
¿Curar el Síndrome de Down?
Todos aquellos que nos dedicamos a investigar en alguna de las ciencias de la vida tenemos por objetivo, explícito o implícito, la salud de todas las personas. Empezamos por entender las enfermedades que nos afectan para, a continuación, explorar cómo podemos poner remedio a sus consecuencias, aliviando sus síntomas o, en el mejor de los casos, con tratamientos que curen dichas enfermedades o condiciones genéticas.
Sin embargo, existe un grupo de enfermedades o condiciones congénitas, de base genética, recalcitrantes, que todos consideramos muy complejas y, hasta el momento, imposibles de tratar. Son las que están asociadas a grandes alteraciones cromosómicas: cuando falta un cromosoma, por ejemplo en personas con Síndrome de Turner, que suelen carecer del cromosoma Y, con un cariotipo X0; o cuando falta un fragmento de un cromosoma, que puede contener muchos genes, por ejemplo el Síndrome de Phelan-McDermid, con la pérdida del extremo del cromosoma 22; o cuando un cromosoma aparece duplicado de forma anómala, como la trisomía total o parcial del cromosoma 21, asociada al Síndrome de Down. Todas estas situaciones se nos antojan inabordables a la tecnología actual.
Un grupo de investigadores, de la Facultad de Medicina de la Universidad Mie, en Tsu (Japón) acaba de demostrarnos, una vez más, que siempre hay que dejar la puerta abierta a lo inesperado en biología. Que en cualquier momento puede surgir una propuesta o explicación alternativa que permita diseñar tratamientos para enfermedades o condiciones genéticas que se consideraban intratables e incurables hasta ese momento.
Estos investigadores aprovechan las pequeñas diferencias genéticas que tenemos todos entre las dos copias de cualquiera de nuestros cromosomas, también del cromosoma 21, para seleccionar una de ellas y, mediante un uso sistemático e inteligente de las herramientas CRISPR de edición genética, promover el corte de ese cromosoma 21 supernumerario en múltiples localizaciones, provocando su desaparición. Con ello consiguen resolver la trisomía y retornar a las dos copias del cromosoma 21, que es la situación habitual que tenemos la mayoría de las personas.
Naturalmente, esta propuesta sorprendente e innovadora, no está exenta de problemas, que los propios investigadores detallan, tales como la seguridad de cortar siempre la misma copia del cromosoma 21 y no otras, lo que podría provocar la pérdida de más de una copia de ese cromosoma, lo cual sería contraproducente. Sin embargo, aún con estas limitaciones, los investigadores consiguen eliminar la trisomía en células derivadas de personas con síndrome de Down. Queda mucho camino todavía por recorrer, para evaluar no solo científica sino éticamente esta propuesta terapéutica disruptiva. Para decidir si apostamos, con seguridad y eficacia, por este posible tratamiento.
Evidentemente no tienen todavía una cura para el síndrome de Down, pero han abierto una puerta a la esperanza de que, en un futuro próximo, una vez se resuelvan los temas de seguridad y eficacia del método, se pueda pensar en aplicar primero en modelos animales para eventualmente plantear un ensayo clínico con personas con síndrome de Down e intentar que, con esta estrategia terapéutica, pierdan la copia extra del cromosoma 21 en algunas o en la mayoría de sus células del cuerpo.
Las personas con síndrome de Down y sus familiares generalmente no se reconocen como enfermas, sino que se definen como personas con esa determinada condición. Son condiciones incurables (hasta el momento) y como tal se asumen, intentando proporcionar todos los estímulos y cuidados médicos que estas personas necesiten para vivir una vida plena, de la mejor manera posible, teniendo en cuenta sus limitaciones. Pero lo cierto que el síndrome de Down está asociado a múltiples alteraciones anatómicas, motoras y mentales que determinan la disfunción de diversos órganos (corazón, cerebro, ojos, oídos, músculos, sistema digestivo…), con una afectación que es variable entre cada persona con síndrome de Down. La existencia de una copia extra del cromosoma 21 provoca la sobreexpresión de los genes que viajan en ese cromosoma, y algunos de ellos están en el origen de toda la compleja sintomatología que vemos en las personas con síndrome de Down.
Esta propuesta experimental nos viene a decir que quizá esta condición genética no sea irreversible. Que quizá podamos inactivar esa copia extra del cromosoma 21 y retornar a los niveles correctos de expresión de sus genes. Podríamos hipotetizar que esto detendría el deterioro de las células y podría revertir su comportamiento anómalo para recuperar la normalidad. Podemos imaginar que, si se resuelven los riesgos y problemas actuales de esta propuesta terapéutica, el síndrome de Down deje de ser una situación que debamos aceptar sin más, a la que poco o nada podamos hacer, más allá de proporcionar estimulación temprana y los cuidados que esas personas necesitan durante toda su vida.
El síndrome de Down es fácilmente detectable con cualquiera de los muchos tipos de test prenatales que existen en la actualidad. Las parejas pueden solicitar estas pruebas y decidir, responsablemente, si quieren continuar adelante o no con el embarazo, de acuerdo con la legalidad vigente y con la opinión de los profesionales médicos. Sin embargo, estas pruebas no se realizan de forma universal ni sistemática y la realidad es que siguen naciendo personas con síndrome de Down en aproximadamente 1 de cada 700 nacimientos.
Con esta propuesta experimental ahora podemos no solo prevenir el síndrome de Down sino quizá, en un futuro próximo, tratarlo, para resolver sus consecuencias y mejorar el desarrollo y la vida de estas personas, de nuevo cumpliendo ese objetivo que todos los que nos dedicamos a la investigación biomédica tenemos, de intentar mejorar y mantener la salud de las personas, de todas las personas, incluyendo ahora a las personas con síndrome de Down, que podrían beneficiarse de esta investigación disruptiva para, también para ellos, acceder a terapias que hasta ahora les estaban vetadas. ¿Deberíamos explorar esta vía terapéutica para el síndrome de Down? Yo digo que sí.
Dr. Lluís Montoliu
CNB-CSIC, CIBERER-ISCIII
Madrid (España)