FlickrSpotify Linkedin Instagram Youtube X Facebook  

Alfie Evans, el fracaso de convertir su vida en una causa judicial

Merece la pena leer en su integridad el comunicado que emitió el pasado domingo S. E. Mons. Vincenzo Paglia, Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, que ha pasado bastante desapercibido:

La dramática historia de Alfie Evans continúa provocando una profunda resonancia emocional. Teniendo en cuenta los acontecimientos que estamos presenciando, no podemos evitar una gran incomodidad, principalmente debido a la sensación de estar en un callejón sin salida donde todos corremos el riesgo de ser derrotados. Dadas las soluciones, sin embargo, los problemas que surgen en la evolución de las circunstancias, creemos que es importante que trabajemos para proceder de la manera más compartida posible. Solo en la búsqueda de un acuerdo entre todos, una alianza de amor entre padres, familiares y trabajadores de la salud, será posible identificar la mejor solución para ayudar al pequeño Alfie en este dramático momento de su vida”.

El caso de este pequeño no es complejo, ni en lo que se refiere a su situación clínica ni en lo relativo a su valoración moral: nadie, tampoco el Papa Francisco, ha negado la licitud moral de una limitación o adecuación del esfuerzo terapéutico. Esto no es eutanasia. Y esto quiero dejarlo muy claro, porque algunos medios católicos fundamentalistas ya quieren arrimar el ascua a su sardina, con expresiones absolutamente inadmisibles, fuera de toda ética (se habla de asesinato, de condena a muerte, de vuelta a prácticas nazis, etc.).

El único problema que ha surgido en este caso, como en tantos otros de la práctica diaria de todos los hospitales, está en que los legítimos representantes del niño no solo no han solicitado la LET (Limitación del Esfuerzo Terapéutico) sino que no la aceptan, al menos por el momento. Esto pasa en muchas ocasiones, en niños y en adultos, como los profesionales médicos saben bien. No es fácil tomar una decisión de este tipo. No lo es para el médico, mucho menos para los familiares del paciente. Por eso el factor tiempo y una buena comunicación entre ambas partes resultan cruciales. Son las cosas del duelo, que requiere tiempo para aceptar lo irremediable, la pérdida del ser querido.

Judicializar estas cuestiones, lo he dicho muchas veces, es siempre un fracaso para todos. A esto alude Mons. Paglia en su comunicado. Precisamente por eso, sorprende la obstinación tanto de los médicos como de las autoridades británicas, en contra del criterio de los padres del niño.

 

¿Por qué se niega a los padres el derecho a luchar por la vida de su hijo?

Los padres quieren luchar, ¿por qué se les niega el derecho a luchar por la vida de su hijo? Alfie no está sufriendo, ¿por qué precipitar su muerte retirando las medidas de soporte vital? Hay otros profesionales e instituciones sanitarias que asumen su cuidado hasta el final, ¿por qué no se accede al traslado? Los deseos de los padres, en este caso concreto, respetan los cuatro principios básicos de la Bioética, como hasta el más zoquete de mis alumnos sabe bien.

 

Un caso que no debería haber salido de la intimidad del hospital o del hogar

No sé, huele todo muy mal, ignoro si es empecinamiento ideológico, si son criterios economicistas, o de todo un poco. Lo que sí tengo claro es que casos como el que nos ocupa son siempre muy malos para la sociedad, en ellos todos salimos derrotados, como dice Mons. Paglia. Se ha convertido en una polémica lo que no debiera haber salido de la intimidad del hospital o del hogar.

La nuestra, además, es una época de medios de comunicación amarillistas, permanentemente a la caza de nuevas causas capaces de generar un enfrentamiento moral y dialéctico lo suficientemente feroz como para tensionar la sociedad y dejar escapar un buen chorro de resentimiento y odio acumulados, se juega con y se manipulan las emociones, con el único objetivo de mantener viva la atención de los consumidores, sí, de los consumidores de noticias.

Los mensajes que ha enviado el Papa Francisco son un buen ejemplo de prudencia. Francisco tan solo ha pedido que se escuche el sufrimiento de los padres, ha recordado que la vida de Alfie es digna y que se deben explorar todas las posibilidades de tratamiento, porque así lo quieren los padres. Nada más, pero tampoco nada menos. Lo que en Bioética denominamos un curso de acción intermedia, que siempre suelen ser los más acertados, como sabemos bien quienes formamos parte de un Comité de Ética Asistencial.

JoseRamon2

 

 

 

 

 

 

José Ramón Amor Pan
Coordinador del Observatorio de Bioética
y Ciencia 
de la Fundación Pablo VI

 




Buscar