Justo cuando íbamos por el buen camino en lo que respecta al alcohol y al tabaco, no así en cuanto a las drogas, abrimos un nuevo flanco en el siempre terrible y dramático campo de las adicciones: el de los juegos de azar. De ello vamos a tratar en este artículo.
Para otro momento quedan los problemas que están ocasionando también los videojuegos, las redes sociales y el móvil, no menos importantes y graves: sexismo, violencia, adicción, aislamiento social, sedentarismo… Desde la Unidad de Conductas Adictivas del Adolescente del Hospital San Juan de Dios de Barcelona se afirma que entre el 20% y el 25 % de las demandas de tratamiento son por adicción a nuevas tecnologías[1] . Como indican Martín y Vílchez, “no debemos olvidar la desconexión moral que puede provocarse, consciente o inconscientemente, en el que se sumerge en otro mundo a través de determinados videojuegos, un universo en el que todo vale, donde la ausencia de pautas morales está justificada precisamente por eso, porque es otro mundo, el virtual, no el real, donde estamos llamados a dar cuenta de nuestras acciones ante nosotros mismos y ante los demás”[2] .
Pero vamos con lo que nos ocupa hoy. Se sabe que las apuestas son la actividad de ocio que ocasiona más abusos y conflictos, por su gran potencial adictivo. Y, no obstante, estamos echando leña en una hoguera que amenaza con incendiarnos a todos.
Seguramente tanto usted como yo hemos apostado alguna vez, inducidos por la imagen tentadora de que la suerte nos sonría y nos agasaje con la «diosa fortuna» que haga nuestra existencia mucho más cómoda y hasta fastuosa. Esto se entiende perfectamente en esta época, la de la Lotería de Navidad, cuyos anuncios se han convertido en todo un clásico navideño. Pero una cosa es eso y otra muy distinta que el juego se apodere de todo nuestro ser.
España es el país de la Unión Europea que más dinero gasta por habitante en juego, y uno de los primeros del mundo. Desde su legalización en el año 1977, el juego no ha parado de crecer en nuestro país, hasta convertirse en uno de los sectores de negocio de mayor crecimiento (supone ya una cifra de negocio de unos 45.000 millones de euros) y en un grave problema psicosocial. El crecimiento ha sido sostenido durante un largo periodo; hay que subrayar, sin embargo, que en los últimos años el asunto se ha desmadrado por completo, con un crecimiento sin precedentes y unos efectos devastadores en muchas personas y en muchas familias.
Las casas de apuestas han proliferado como hongos por toda la geografía nacional, exprimiendo sobre todo los barrios más humildes. Nos bombardean en televisión e internet con un marketing sumamente agresivo para incentivarnos a apostar: en 2017 se emitieron más de 2,7 millones de anuncios de juego online[3] . Los jugadores interactivos son más propensos a desarrollar problemas de juego que los jugadores presenciales, y eso lo saben quienes han hecho del juego su negocio. Los operadores de juegos en Internet hacen un uso intensivo de la publicidad y las promociones de los juegos de azar online para captar nuevos jugadores e intensificar el nivel de juego de las personas que ya juegan. Mediante estas actividades las empresas proveedoras de juegos de azar incitan y motivan a esta actividad, una estrategia a la que son especialmente vulnerables los menores, dada su inmadurez, credulidad y facilidad de persuasión[4] .
No entiendo cómo destacados deportistas y actores de prestigio se prestan a ello. No entiendo cómo el Real Madrid puede tener una casa de apuestas oficial. No entiendo cómo nuestras autoridades están permitiendo todo esto, conociendo los dramáticos antecedentes de la relación entre publicidad, permisivismo, alcohol y tabaco. ¿Será porque recaudan mucho dinero vía impuestos?
Se repiten los errores del pasado, punto por punto, sobre todo en lo que se refiere a la publicidad, a la connivencia de los operadores de juego con el mundo del deporte y del cine, al mirar para otro lado de las autoridades públicas.
Luego nos lamentamos, eso sí. Y creamos comisiones parlamentarias, encargamos informes y libros blancos y no sé cuántas chorradas más. Es evidente que el mejor camino para salir de cualquier esclavitud existencial es no caer en ella, y hacia ahí deberíamos enfocar nuestros esfuerzos: lo dicta el sentido común, lo recomienda el principio de precaución (la prudencia aristotélica de toda la vida).
Ludópatas cada vez más jóvenes
Sin embargo, parece que permanecemos cruzados de brazos. Mientras tanto, los casos de ludopatía están aumentando dramáticamente y acortan distancias con la cocaína en demanda de tratamiento[5] . Un buen número de ellos son de gente joven, enganchados sobre todo al juego online. La velocidad y la accesibilidad de los juegos en línea están disminuyendo la edad de los ludópatas.
La edad de inicio, una variable crucial en los estudios sobre factores de riesgo en adicciones, en un trabajo publicado por el Gobierno de España en 2017, presenta una media próxima a los 21 años. Importante, cerca del 36% de los participantes manifiesta haber iniciado el juego antes de los 18 años, a pesar de que está prohibido jugar a los menores de edad. Recientemente, el médico Francisco Pascual, presidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías (Socidrogalcohol), alertaba de la falta de mecanismos para verificar la edad de los usuarios de esas páginas[6].
En la última revisión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-5), el juego patológico dejó de ser definido como un trastorno por falta de control de impulsos y pasó a ser considerado un trastorno adictivo, incluido dentro de una categoría denominada “trastornos por el consumo de sustancias y el juego”. El DSM-5 establece una serie de síntomas o criterios que pueden indicar que existe una conducta problemática o patológica. Estos criterios son los siguientes:
- Preocupación excesiva por el juego.
- Necesidad de apostar cantidades crecientes de dinero para conseguir la excitación deseada.
- Fracaso repetido por controlar o detener esta conducta e inquietud cuando se pretende este objetivo.
- Inquietud o irritabilidad cuando se intenta reducir o parar el juego.
- Utilización del juego para escapar de estados emocionales negativos.
- Persistencia en esta actividad con el fin de intentar recuperar el dinero perdido.
- Mentir sistemáticamente a las personas del entorno más cercano para ocultar la conducta de juego y los problemas derivados de ella.
- Arriesgar o perder las relaciones interpersonales debido a esta conducta.
- Tener la confianza en que los demás van a seguir proporcionando recursos económicos para salir de las situaciones desesperadas.
Desde un punto de vista etiológico, el juego patológico es un trastorno multicausal, en el que intervienen factores de riesgo ambiental, psicológicos y biológicos. Sería la interacción entre estos factores, así como la mayor o menor implicación de cada uno de ellos, lo que favorecería el desarrollo y mantenimiento del trastorno.
Se han publicado distintos estudios que indican la existencia de factores de riesgo ambiental (género, edad, nivel socioeconómico, estudios, disponibilidad y oferta de juego, tipos de juego, etc.) y psicológico (impulsividad y búsqueda de sensaciones, déficits en las estrategias de afrontamiento y solución de conflictos, comorbilidad con otros trastornos, déficits y alteraciones neuropsicológicas). Pero debe quedar claro que los condicionantes genéticos y ambientales, aunque influyen en la adicción, no son determinantes, entre otras razones porque personas de su mismo entorno y características personales similares no andan por caminos adictivos.
Efectos negativos asociados a los problemas con el juego[7] |
Problemas de salud: |
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Problemas en los estudios: |
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Problemas laborales: |
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Problemas financieros: |
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Problemas familiares: |
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Problemas legales: |
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En vez de fomentar la vida sana, estamos fomentando las adicciones en los grupos de población más vulnerables. Absolutamente irracional, totalmente inmoral. La libertad de mercado no puede invocarse para justificar un atentado semejante a la salud pública.
Ese aumento en el número de personas que presentan problemas de adicción al juego ha hecho que los profesionales de las adicciones se muestren muy preocupados y reivindiquen, entre otras cosas, una regulación publicitaria efectiva y real.
Acabar con la publicidad sobre juego
Es urgente parar este desaguisado. Cero publicidad, restringir al máximo las licencias para esta actividad, aumentar su fiscalidad y campañas de sensibilización sobre este serio problema. Y junto a ello, una educación ética de verdad en nuestros centros escolares, que fomente el autocontrol, la inteligencia emocional y ese ramillete de virtudes que, no por ser tradicionales dejan de servir a la sociedad del siglo XXI: me refiero a la templanza, a la austeridad, a la sobriedad y a la prudencia.
En resumen, estamos ante una cuestión de todos. Por consiguiente, se impone una responsabilidad social compartida, una ética para todos. No a base de pronunciamientos demagógicos o gestos para la galería que no sirven para nada y que simplemente son cosmética pero no ética. Y más en concreto, una Bioética global, pegada a los problemas de salud de la gente, auténticamente preocupada por contribuir a construir un mundo más saludable, inclusivo y sostenible.
José Ramón Amor Pan
Coordinador del Observatorio de Bioética
y Ciencia de la Fundación Pablo VI
REFERENCIAS
DIRECCIÓN GENERAL DE ORDENACIÓN DEL JUEGO, Estudio y análisis de los factores de riesgo del trastorno de juego en población clínica española. Ministerio de Hacienda y Función Pública, Madrid 2017.
JOSÉ IGNACIO CASES MÉNDEZ y otros, Percepción social sobre el juego de azar en España 2018, Instituto de Política y Gobernanza, Universidad Carlos III. [acceder al documento]
LORENZO SÁNCHEZ PARDO Y OTROS, Guía para la prevención de la adicción al juego y las apuestas online. Concejalía de Sanidad, Salud y Deportes del Ayuntamiento de Valencia. Valencia 2016 [acceder al documento]
MARGARITA MARTÍN MARTÍN Y LUIS FERNANDO VÍLCHEZ MARTÍN, Videojuegos, gamificación y reflexiones éticas. Editorial Perpetuo Socorro. Madrid 2013.
PILAR BLANCO MIGUEL, MERCEDES GONZÁLEZ VÉLEZ Y CINTA MARTOS SÁNCHEZ, “El juego como adicción social: crónica de una patología anunciada”, Alternativas. Cuadernos de Trabajo Social 22 (2015) 9-22. [acceder al documento]
SANTIAGO CERVERA SOTO y JOSÉ MARTÍNEZ OLMOS (coords.), Legislación frente al tabaco en España. Logros y carencias. Monografía editada por Healthy Numbers Consulting, Madrid 2018 [acceder al documento]
Notas al pie
[1] MARGARITA MARTÍN MARTÍN Y LUIS FERNANDO VÍLCHEZ MARTÍN, Videojuegos, gamificación y reflexiones éticas, p. 38.
[2] Ibid., p. 59.
[4] LORENZO SÁNCHEZ PARDO Y OTROS, Guía para la prevención de la adicción al juego y las apuestas online, p. 36.
[6] https://www.levante-emv.com/castello/2018/11/09/hay-poner-filtros-controlar-acceso/1792905.html?fbclid=IwAR347gHrh7_x11E40G8Jy_SI3Iz445rZ1DRkb__VBrbtEbDDgtSJbnI-whM
[7] LORENZO SÁNCHEZ PARDO Y OTROS, Guía para la prevención de la adicción al juego y las apuestas online, pp. 16-17.