Con 88 años, Juan Carlos Scannone sigue siendo uno de los grandes teólogos de referencia en la Iglesia. Profesor del Papa Francisco e impulsor de la teología del pueblo es gran conocedor de la Iglesia en América Latina y, por tanto, consciente del gran paso que supone el Sínodo de la Amazonía, que ha comenzado en el Vaticano este domingo. Un foro para reflexionar sobre el compromiso y la misión de la Iglesia en la evangelización de esta zona de América Latina, que abarca 9 naciones distintas y hasta 30 millones de habitantes. Estos días, Scannone ha estado en la Fundación Pablo VI para presentar algunas de las conclusiones del Grupo de Trabajo ODUCAL “Sociedad Civil y Bien Común. Hacia una nueva articulación del mercado, el Estado y la sociedad civil”. Para él, el Sínodo de la Amazonía es una profundización en lo que se ha venido trabajando desde hace 50 años en Medellín hasta ahora, en la línea de la inculturación y la opción preferencial por los pobres.
¿Qué cree y qué espera usted del Sínodo? Va a abrir una nueva etapa en la Iglesia en América Latina?
No una nueva etapa, pero sí, al menos, una profundización de lo que se ha venido trabajando en Medellín, primero, y Aparecida, después, en todo lo que se refiere a la inculturación y la sinodalidad. Ambos son dos conceptos muy importantes no solamente para la Amazonía y la Iglesia Latinoamericana, sino para toda la Iglesia Universal. Por un lado, que la fe se hace cultura y que, por tanto, no es lo mismo ser cristiano en la Amazonía que en España, Argentina, India o África. Cuando se adoptan formas culturales, hay a la vez un movimiento de encarnación, de purificación y de transformación. Pienso que ese momento de inculturación es muy importante, sobre todo en esos pueblos originarios de la Amazonía que son muy diversos. Y por otro lado, la sinodalidad, entendida como una gran orquesta en la que cada uno toca un instrumento distinto pero desde la unidad. Esa impronta de la Trinidad en la Iglesia se manifiesta como una comunión y un caminar juntos.
El documento de preparación al Sínodo, Instrumentum Laboris, aborda los grandes retos que tiene la Iglesia en la evangelización de la región panamazónica: explotación de los indígenas, la corrupción, la salud, la educación, la ecología… Y, sin embargo, uno de los temas que más revuelo ha generado es la posibilidad de que en las zonas remotas de la Amazonía puedan ser ordenados hombres mayores y casados. ¿Por qué tanta polémica con una parte tan minúscula de todo el documento preparatorio?
Es un problema sobre todo mediático de la prensa occidental, pero en el fondo ya hay en la Iglesia Católica muchos casados que son sacerdotes. Porque no es que el sacerdote se case, sino que la gente casada, que tiene familia, esposa e hijos, pueda ser ordenado sacerdote. Esto se da ya en todos los ritos occidentales, también los católicos, que las personas se casan antes del diaconado. Con los últimos Papas (Francisco, Benedicto XVI y Juan Pablo II) se ha dado que cuando había, por ejemplo, pastores luteranos que ya tenían su familia y se hacían católicos, se les concedía, primero, ser sacerdotes y luego párrocos. Ya ahora, aún en el rito latino, hay gente casada que es sacerdote, aunque son minoría.
El Sínodo de la Amazonía es un impulso a la evangelización de América Latina, pero también en Europa hay grandes retos, por el escepticismo y el relativismo moral. ¿Cómo atraer a los que se alejan en Europa y, sobre todo, a los jóvenes?
El Papa les dice a los jóvenes que hagan lío y se comprometan, sobre todo socialmente. La ecología, el cuidado de la Casa Común, por ejemplo, están generando un gran compromiso en los jóvenes. El caso más álgido en Europa son los refugiados a los que se está rechazando, incluso hasta el punto de dejarles que se ahoguen en el mar. En muchos casos, el rechazo se está dando por cuestiones pseudoreligiosas, alegando una defensa de la cultura cristiana frente al dominio musulmán. Pero una cosa son las tropas turcas que venían y estuvieron siglos en España y otra los refugiados, que es gente que muere de hambre. No vienen a conquistar. Ahí entra el imperativo cristiano y humano de amor al pobre y al necesitado, aunque no sea cristiano. A esto el Papa le ha dado mucha importancia, puesto que los huidos y refugiados son algunos de los más pobres de la época actual, tanto en Europa como EEUU, e incluso en América Latina. No nos vienen a cambiar, sino que son personas que necesitan una ayuda. Hay todo un movimiento en la Iglesia que está tratando de dar respuesta a esa problemática, que conoce muy bien el Papa Francisco por su experiencia en Argentina.
Precisamente por este motivo, en España hay muchos católicos que están criticando y poniéndose en contra del Papa Francisco, generando casi un cisma dentro de la Iglesia. ¿Por qué se critica tanto al Papa precisamente cuando lo que dice es puro Evangelio?
En el fondo lo que está dándose es una conversión al Evangelio. Si quieres ser cristiano (no culturalmente cristiano, sino evangélicamente cristiano) la Caridad debe ser el mandamiento supremo. Y la Caridad significa que si hay que amar a todos, cuánto más a los más necesitados. En la Biblia se habla del pobre, el extranjero, el huérfano y la viuda como el prójimo más necesitado. Hoy sirviendo al pobre y el extranjero, sobre todo el que viene refugiándose de una guerra o de una hambruna, hay una conversión al verdadero cristianismo, al Evangelio.
Sandra Várez González
Directora de Comunicación de la Fundación Pablo VI