La cuestión ecológica está en el origen mismo de la Bioética, basta con asomarse a los escritos de Fritz Jahr y de Potter para constatarlo. Es cierto, sin embargo, que durante bastante tiempo, por influjo sobre todo del grupo de Georgetown, se desarrolló mucho más una Bioética Clínica.
Eso llevó al propio Potter a acuñar la expresión “Bioética Global” para reivindicar su intuición original, que hoy se reivindica y utiliza de manera amplia. Con dicha expresión Potter señalaba que la supervivencia de la especie humana en una civilización decente y sostenible requería del desarrollo y mantenimiento de un sistema ético compartido por todos, basado en intuiciones y razonamientos no abstractos sino fundamentados en el conocimiento empírico proveniente de todas las ciencias, pero en especial de las ciencias biológicas. Se trataba de preservar a la Humanidad de su propia destrucción por el incremento de población y el exceso de consumo de recursos no renovables y el consiguiente deterioro medioambiental.
Global Bioethics: Building on the Leopold Legacy es el título del libro que Potter publicó el año 1988. En él rinde tributo a Aldo Leopold, uno de los grandes conservacionistas del siglo XX, cuya Ética de la Tierra, escrita en 1949, es una de las primeras y más importantes muestras del interés por el patrimonio común de la vida y de la Humanidad, para quien una acción es justa cuando tiende a preservar la estabilidad, la integridad y la belleza de la comunidad biótica, e injusta cuando tiende a lo contrario.
En la última década la Bioética ha vuelto a sus orígenes, empujada por los abrumadores datos que evidencian la crisis ecológica a la que parece abocada la Humanidad: el problema ecológico es real, es grave, es urgente y es global. Pero también por la consideración atenta de la contribución de personajes como los ya mencionados, Fritz Jahr y Potter, y de algunos otros que siempre se movieron en una concepción amplia e integral de la nueva disciplina, de cuyo nacimiento estamos prontos a celebrar el 50 aniversario.
Así, justo es reconocer que hubo bioeticistas claramente potterianos, como es el caso de Javier Gafo SJ (1936-2001), quien desde la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas desarrolló un importante magisterio que incluía como una línea de trabajo prioritaria la ética medioambiental. De esta manera, no podemos dejar de señalar dos importantes publicaciones por él coordinadas: Ética y ecología (1991) y 10 palabras clave en Ecología (1999).
Recoge ahora el testigo de esa relevante labor del P. Gafo otro jesuita, Jaime Tatay: nacido en Valencia el año 1976, hizo Ingeniería de Montes en la Universidad de Lleida, la Licenciatura en Teología Moral en el Boston College y el Doctorado en Teología en Comillas, en donde actualmente desarrolla su carrera académica, credenciales todas ellas que aseguran la solidez de su libro Ecología integral. La recepción católica del reto de la sostenibilidad (BAC 2018).
Como señala Tatay en esta obra, si bien es cierto que las religiones no fueron las primeras en dar la voz de alarma ante los crecientes retos ecológicos del siglo XX, ni quienes ofrecieron las primeras respuestas articuladas a los mismos, sí desempeñaron un papel clave en la configuración del ethos medioambiental contemporáneo. Esta investigación analiza los documentos que el Magisterio Social de la Iglesia Católica y otras instancias eclesiales han elaborado respecto a esta materia, desde la Rerum novarum de León XIII hasta la Laudato si del Papa Francisco.
Nuestro autor no solo reconstruye la recepción, modulación, formulación y transmisión de la cuestión ecológica hasta su consignación definitiva en la Doctrina Social de la Iglesia como una “única y compleja crisis socio-ambiental” (LS 139), sino que también clarifica los circuitos conceptuales, los presupuestos eclesiológicos y las dinámicas intra-eclesiales que lo han hecho posible.
Y todo ello con una prosa limpia y de agradable lectura, con un impresionante dominio de la materia y de las fuentes documentales, así como con la suficiente capacidad de síntesis, creatividad y juicio propio como para formular unas conclusiones y recomendaciones apropiadas, que abren a nuevos desarrollos y a transitar por nuevos caminos que hagan de la Teología Moral, de la Pastoral y de la Bioética una presencia fecunda, estableciendo puentes entre los diferentes agentes involucrados en la búsqueda de soluciones a un reto de proporciones planetarias, algo similar jamás ha sido afrontado por la Humanidad, en perfecta sintonía con las intuiciones y los esfuerzos de Potter: Bioética, un puente hacia el futuro.
Claramente la encíclica del Papa Francisco Laudato si ha sido un fuerte aldabonazo en este sentido, una contribución fabulosa, mucho mejor recibida fuera que dentro de la Iglesia, todo hay que decirlo. Con su encíclica, Francisco da centralidad a lo que quizás antes fue una periferia temática en el acervo de la Doctrina Social de la Iglesia, consciente de que, como dijera en su primer discurso ante el cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano, “Dios perdona siempre, el hombre en algunas ocasiones; pero la naturaleza, cuando viene maltratada, no perdona nunca”.
Leer la encíclica es fácil, entenderla también; el reto, ciertamente, es aplicarla. Y para conseguirlo viene en nuestra ayuda el libro coordinado por Federico Lombardi SJ (Presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI) y Fernando Felipe Sánchez Campos (Rector de la Universidad Católica de Costa Rica Anselmo Lorente y Lafuente), Laudato si’. El cuidado de la casa común, una conversión necesaria a la ecología humana (BAC 2018), sin duda el mejor comentario a dicha encíclica que yo me he encontrado hasta ahora.
La obra recoge las ponencias, discusiones y conclusiones del simposio que ambas instituciones organizaron los días 29 y 30 de noviembre y 1 de diciembre de 2017. Son 19 capítulos, tres anexos y una útil introducción. La simple lectura de títulos y autores da cuenta de la relevancia de la obra que tenemos en nuestras manos.
Pero es que, además, contiene un producto concreto y original: una herramienta que mide de forma objetiva el desarrollo humano y ambiental de las naciones a partir de un diálogo abierto y equilibrado entre los postulados de la encíclica y las variables socioeconómicas que se emplean habitualmente para medir el progreso humano. Estamos hablando del Índice de Ecología Integral Humanista (IEIH). Y no solo esto, sino que a partir de esa herramienta se crea un Observatorio permanente cuyo objetivo es la elaboración y publicación periódica del IEIH. ¡Qué gran acierto, qué gran contribución!
No me queda más que agradecer a la BAC la publicación de ambos libros, desearles una amplia difusión y emplazar a los lectores de este comentario al análisis detenido de las dos obras que, juntas, son un poderoso estímulo y una herramienta útil para seguir avanzando en la construcción de un mundo mejor, realmente fraterno y sostenible, respetuoso de la dignidad que acompaña a todos los seres de la Creación.
José Ramón Amor Pan
Coordinador del Observatorio de Bioética
y Ciencia de la Fundación Pablo VI