Un modelo económico basado en la financiación pública o en la filantropía genera muchas dificultades, incertidumbre, problemas de clientelismo y no está en línea con el modelo de futuro que busca la sostenibilidad y quiere poner a la persona en el centro. Partiendo de esa idea, ¿qué modelo económico debería regir un ámbito de la discapacidad intelectual moderno, inclusivo y que crea en el valor y las capacidades de la persona?
Este ha sido el tema abordado en el coloquio que, en el marco del Observatorio de Bioética y Ciencia de la Fundación Pablo VI, se ha celebrado este martes, 15 de diciembre, con la participación de la presidenta de la Fundación A la Par, Almudena Martorell; el economista jefe de Mapfre Inversión, Alberto Matellán; e Íñigo Alli, adjunto a la presidencia del Consejo Español en Defensa de la Discapacidad y la Dependencia (CEDDD) y moderado por José Ramón Amor Pan.
Los tres han abordado, desde su experiencia en el ámbito de la economía, la innovación y asesoría y la gestión de la discapacidad intelectual cómo debería ser ese modelo económico que haga las instituciones menos dependientes y sostenibles económicamente, partiendo de ejemplos que ya existen, como el de la propia Fundación A La Par donde trabajan en plantilla hasta unas 200 personas con discapacidad intelectual en diversos proyectos (lavado de coches, imprenta, fábrica de muebles, decoración y complementos…) . Un modelo que, aunque ha sufrido a corto plazo durante esta pandemia por la paralización de algunas de sus actividades económicas, permite una recuperación a largo plazo. Como ha reconocido Almudena Martorell, la presidenta de esta Fundación nacida hace más de 70 años para dar apoyo a los hijos de las familias con enfermos de lepra, para ellos “es fundamental que las personas con discapacidad intelectual entren en el sistema”, con la creación de empleo y oportunidades.
Y más en un momento como este, en el que la pandemia de la COVID-19 ha impactado de forma muy directa en las personas más vulnerables y “ha acrecentado las desigualdades de un modelo económico ya con evidentes síntomas de agotamiento”, ha apuntado Íñigo Alli, ex consejero de políticas sociales del Gobierno de Navarra. Hoy, el modelo de usar y tirar está agotado y las empresas están empezando a tomar conciencia de que en las medidas que se toman “no importa solo la cuenta de resultados, sino su impacto en el medio ambiente y en las personas”. En este sentido, ha destacado la gran oportunidad que dan los grandes consensos que se han alcanzado en estos últimos años, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la transición hacia un modelo verde, una tecnología al servicio de las personas, etc. “Mal nos va a ir en el futuro si no somos capaces de aprovechar esos consensos y separamos de forma intencionada lo social y lo empresarial”.
Alberto Matellán, economista jefe de Mapfre Inversión ha invitado a “no tener miedo” y apostar por un modelo empresarial que incluya la discapacidad intelectual como un elemento de valor y no como un coste ¿Cómo se hace esto? Poniendo “a la persona en el centro” y “librándonos de la dictadura del resultado trimestral y de la visión estrictamente financiera de las cosas”.
Aún así, si hubiera que “monetizar” el valor social de esta incorporación de una persona con discapacidad intelectual al mercado de trabajo, se verían las numerosas “bondades” de este cambio de modelo. Almudena Martorell lo explica: “sacas a un trabajador de una red asistencial y empieza a generar empleo, moviliza la economía, paga su seguridad social, va a tener menos problemas de salud mental y consigues, por ejemplo, que su madre, o la persona que le cuida pueda incorporarse al mercado laboral”. Al final, las redes de discapacidad intelectual no estamos para “redistribuir riqueza, sino para redistribuir oportunidades”.
Algo para que lo que se necesita “generosidad”, ha concluido Íñigo Alli. Una palabra, muy en desuso en estos tiempos, “que debemos recuperar para no fracasar como sociedad”. “Generosidad que extiendo también a los padres para que entiendan que tener una hija o un hijo con discapacidad intelectual puede ser maravilloso y hacer tu vida mejor”. Hoy en día, los datos de abortos de niños con síndrome de Down son alarmantes: de cada 10 casos de embarazos en los que se identifica que hay un cromosoma de más, solo nace uno. “Si no somos capaces de que nazcan hijos con discapacidad intelectual, estamos fracasando absolutamente como sociedad”, ha lamentado.
Para la clausura, se ha contado con el testimonio de Héctor Melero, primera persona ciega en aprobar la oposición de fiscal en nuestro país, quien ha reclamado igualdad de oportunidades: “dennos una oportunidad porque vamos a saber aprovecharla. Las personas con discapacidad valen tanto o más como las personas sin discapacidad. Por eso, a cualquier persona que me esté escuchando quiero transmitirle que, con esfuerzo, ilusión y valentía las cosas al final se acaban consiguiendo”.