No cabe duda de que estamos viviendo momentos excepcionales a causa de la crisis generada por el COVID-19. No vamos a insistir en ello.
No hay más remedio que hacer triaje. Esta práctica no nace ahora, siempre se ha hecho en este tipo de calamidades, aunque la opinión pública tal vez no fuese muy consciente de ello. Es de agradecer, por eso, que se haya dado a conocer en los medios de comunicación, no para meter miedo a nadie, no para desconfiar de nuestros profesionales, no para generar polémicas, sino porque un principio básico de la Bioética es la trasparencia.
Lo dramático y excepcional de la situación obliga a extremar el rigor y la sensibilidad ética en la toma de decisiones. Los principios, las normas y los valores éticos sobre los que se asienta nuestra sociedad tienen que estar presentes en cada decisión, por difícil y estresante que sea lo que cada profesional sanitario esté viviendo.
Alguno puede echar de menos ahora una mejor formación y un mayor entrenamiento en Bioética. Esta, sin duda, será una lección para el futuro. Pero ahora hay que extremar la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
Nos ayudan a todo ello estos tres documentos:
- La priorización de las decisiones sobre los enfermos en estado crítico en una catástrofe sanitaria, de la Comisión Central de Ética y Deontología del Consejo General de Colegios Médicos de España.
- Recomendaciones éticas para la toma de decisiones en la situación excepcional de crisis por pandemia COVID-19 en las Unidades de Cuidados Intensivos, elaborado por el Grupo de Trabajo de Bioética de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC).
- Marco ético pandemia COVID 19, de la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor.
Mucho más concretas y pragmáticas son las Recomendaciones sobre la infección por SARS-COV-2 para profesionales sanitarios implicados en el tratamiento de pacientes oncológicos, elaboradas por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).