Ficha del libro: Jacinto Bátiz, Bioética y cuidados paliativos. San Pablo.
Madrid 2021, 213 págs.
El libro del Dr. Jacinto Bátiz no es un manual al uso ni un “text book” sino un libro de reflexión escrito desde la experiencia de un experto en Cuidados Paliativos de reconocido prestigio y dilatada trayectoria que ha combinado su dedicación profesional a esta área de la Medicina Clínica con la Deontología y la Ética Médica.
No es habitual encontrarnos en Medicina libros de un autor único, predominan los libros de varios autores que desarrollan de modo individual uno o varios capítulos del texto. Aunque el libro colectivo puede aportar ventajas, el autor único también aporta las suyas: una mayor coherencia en las ideas y estilo, así como un fondo biográfico unitario que enriquece el contenido.
De la introducción, en donde se plantea la declaración de intenciones, destaco la siguiente frase: “Cuidar a un enfermo con una enfermedad incurable y avanzada es complejo y requiere unas cualificaciones profesionales especificas desde el punto de vista clínico” (p. 7). Esta frase la destaco porque en ocasiones oímos aseverar que “cuidados paliativos los hacemos todos”. Y tendríamos que reflexionar, al hilo de esta afirmación, sobre qué nivel de cuidados paliativos hacemos (el básico, el intermedio o el avanzado) y con qué formación específica. Al igual que la Bioética, y como se puede leer en el libro del Dr. Bátiz, se reconoce en todos los niveles la escasa formación académica en las áreas de Cuidados y Bioética y, sin embargo, poco se mejora en la formación mientras oímos estas afirmaciones, que me parecen -cuando menos- poco humildes y hasta cierto punto contradictorias.
Son muchos los conceptos éticos y de Cuidados Paliativos, así como de Deontología médica muy bien desarrollados en los 15 capítulos del texto
También de la introducción destaco, en la página 9, la reflexión del autor que refleja la simbiosis perfecta entre Cuidados Paliativos y Bioética: la sabiduría practica en situaciones concretas. Y es que el método científico busca la estandarización y, sin embargo, la aplicación prudente del mismo en situaciones concretas de gran complejidad al final de la vida requiere la lógica no apodíctica del silogismo práctico o razonamiento deliberativo, y esto es Bioética.
En este sentido, en el capítulo 7 (“La Bioética como una herramienta para cuidar”) el autor define la Medicina Paliativa como Medicina de situación en una transición desde una ética principialista a una ética de situación (pág. 84). Ello coincide con la posición de Nussbaum, quien nos recuerda la idea aristotélica de que “la prudencia se ocupa de los particulares y no de los universales”[1].
En los dos primeros capítulos del libro (“Cuidar a la persona” y “Los valores de la Medicina en la asistencia sanitaria”) el autor nos invita a reflexionar sobre las bases de la Medicina como vocación, la Medicina virtuosa. El Dr. Bátiz nos recuerda que lo fácil es considerar al enfermo como un objeto y enumerar parámetros de lo normal mediante observaciones físicas y bioquímicas, pero cuando nos referimos al enfermo como persona debemos entra también en las definiciones individuales y subjetivas de la salud y enfermedad (pág. 19) y ahí empiezan los problemas porque “ el enfermo tiene un nombre, una historia” (pág. 20) y normalmente los médicos conocemos la historia biológica y mucho menos la historia biográfica de nuestros pacientes (alguien diría que para eso están los psicólogos) y ello supone el fracaso existencial de la Medicina al no considerarlos, en no pocas ocasiones, como sujetos morales[2].
Y este fracaso existencial se ve con claridad en las reflexiones del autor en el capítulo 13 (“¿Si el enfermo desea la muerte?”). El autor afirma que “la tentación de la eutanasia, como solución precipitada, se da cuando un enfermo solicita ayuda para morir y se encuentra con la angustia de un médico que quiere terminar con el sufrimiento del enfermo por lo que considera intolerable y cree que no tiene más que ofrecerle”. Pueden aparecer más problemas, pues “es necesario tiempo para escuchar y saber escuchar” (capítulo 3, “Cuidados paliativos: una filosofía para aliviar el sufrimiento”) y no hacerlo así puede suponer abandono (capítulo 9, “Imperativos éticos en cuidados paliativos”). El nudo gordiano lo plantea el Dr. Bátiz en el mismo capitulo, al afirmar que “la Medicina sigue la política macroeconómica de la eficiencia y deja de lado la asistencia ética). Solo he leído tanta claridad en las palabras de Diego Gracia cuando afirma que “ha sido la cultura occidental la que ha hecho de él (el rendimiento o eficiencia) un valor fundamental”[3].
Son muchos los conceptos éticos y de Cuidados Paliativos, así como de Deontología médica muy bien desarrollados en los 15 capítulos del texto, bien estructurados, de fácil lectura, sin tecnicismos y con la imprescindible ilustración de casos reales vividos por el autor en su práctica asistencial. Enternecedor, a la par que clarificador, es el caso del paciente que solicita el pronóstico de su enfermedad con esta significativa y compasiva frase: “Doctor dígame la verdad, pero bajito para que no me asuste” (pág.273). No he encontrado mejor definición de verdad soportable que la implícita en este caso ni mejor ilustración del concepto de Medicina Narrativa, hermana de la Bioética y de los Cuidados Paliativos.
Normalmente los médicos conocemos la historia biológica pero mucho menos la historia biográfica de nuestros pacientes y ello supone el fracaso existencial de la Medicina
Para finalizar resaltaré el concepto “abandono paternalista y abandono autonomista”, que está perfectamente explicado en varios capítulos y especialmente en el capítulo 2 (“Los valores de la Medicina Asistencial”). En la página 28 el Dr. Bátiz nos recuerda que “evitar el paternalismo tradicional no debe conducir al abandono del paciente en la toma de decisiones que ha de realizarse en el contexto de una relación clínica cooperativa, lo que se podría denominar autonomía compartida”. Más adelante, en el capítulo 9, que ya he comentado anteriormente, desarrolla ampliamente este concepto (pág. 111 a 115).
Yo subtitularía este apartado con la frase “no decidas por mí; decide conmigo”. Y es que no resulta infrecuente que en la nueva relación médico paciente que se está imponiendo, el médico como agente tecnocientífico expone detalladamente opciones diagnostico terapéuticas y el paciente tiene que elegir y muchas veces elige solo o mal acompañado. Debemos acompañar en la elección a nuestro paciente desde el cocimiento biológico-técnico de la enfermedad y desde el conocimiento personal-biográfico y moral de la persona enferma. Entonces descubriremos la belleza invisible del cuidado, como también la descubrimos en la lectura imprescindible de Bioética y Cuidados Paliativos.
Francisco Javier Barón Duarte
Doctor en Medicina, Máster en Bioética
Servicio de Oncología
Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña
[1] Martha Nussbaun, El conocimiento del amor: Ensayos sobre filosofía y literatura, Machado Libros 2006, p. 474.
[2] Arthur Kleinman y Peter Benson, La vida moral de los que sufren enfermedad y el fracaso existencial de la medicina, Humanitas 2004, pp. 17-26.
[3] Diego Gracia, Bioética Mínima, Triacastela 2019, p.166.