Ficha del libro: Agustín Domingo Moratalla, Homo Curans. El coraje de cuidar.
Ediciones Encuentro, Madrid 2022
“Estamos ante una obra que es un repaso a las bases filosóficas y de pensamiento de la ética del cuidado, una propuesta ante los desafíos de la sociedad del siglo XXI y una mirada esperanzada en la que otra manera de vivir y de pensar el mundo, nuestra especie, nuestras relaciones, nuestra política, nuestra economía es posible”
Los adjetivos empleados para acompañar al sustantivo homo (ludens, faber, viator, deus, etc.) intentan calificar o aclarar quiénes somos, qué nos identifica. El adjetivo que utiliza nuestro autor para titular su obra va más allá de un mero calificativo para ahondar en la dimensión constitutiva del ser humano como es la del cuidado.
Puede parecer que hablar de “los cuidados” o del “hombre que cuida” no deja de ser una especie de “moda” que se ha instalado en los ámbitos intelectuales, filosóficos y académicos. Pero no es así. Ya desde el siglo II, con la “fábula del cuidado” de Higinio, este aspecto esencial se hace protagonista del relato de autocomprensión de los seres humanos. Así se comprende que el profesor Domingo Moratalla parta de la afirmación de que el cuidado no es una respuesta solamente al ámbito de la enfermedad, sino que es la dimensión de responsabilidad que todo ser humano tiene y experimenta como propia.
El subtítulo (el coraje de cuidar), recordando al filósofo Paul Tillich que al final de la Segunda Guerra Mundial pronunció una serie de conferencias que fueron publicadas con el título de “El coraje de ser”, nos traslada a la acción propia que deviene de esta manera de entender al ser humano, que no se queda en una mera especulación, sino que se hace historia, compromiso y acción en la vida cotidiana.
Por tanto, estamos ante un libro que va a la esencia del ser humano, que quiere explicar cómo el cuidado que todos experimentamos (porque nos cuidan al inicio de nuestra vida o en momentos de debilidad y porque cuidamos de otros) es lo constituyente de nuestra especie y abarca a todas las dimensiones de la vida pública, tanto a la ética, como a la política, pasando por la teología y, cómo no, por la ecología. Estamos ante una reflexión filosófica profunda, que nos invita a tener un talante determinado por la idea de razón cordial: el autor nos invita a que la trabajemos para que “las inquietudes del corazón no le sean ajenas al ejercicio de la razón”.
Es un libro que busca proponer una “cultura del cuidado generativo” que tenga claro y ayude a vivir una “responsabilidad: retrospectiva (pasado), prospectiva (futuro) y respectiva (presente)”. Es una llamada a que el ser humano se centre en lo verdaderamente importante y que desde su razonamiento, sentimiento y vivencia pueda responder a los grandes desafíos que nuestro mundo tiene.
El libro está dividido en seis capítulos con una introducción. Comienza en el capítulo primero explicando cómo entender el cuidado en la era digital y poniendo las bases para una ética del cuidado que el autor afirma que ha venido dada por “la transformación interna de la ética de la justicia”, un cambio, un “giro” decisivo en el que se nos pide responder al ser humano desde la comprensión de que somos débiles, vulnerables, dependientes y que esta condición es la verdaderamente universal y que nos iguala a todos.
La apuesta por un cuidado generativo, un cuidado con toda el alma, con todas nuestras capacidades, con toda nuestra forma de ser corriendo el riesgo, cierto y en cierta medida buscado, que supone exponerse ante el otro y que aparezca la “fatiga del cuidado”, que viene dada de la opción cuidadora de estar al lado de las vulnerabilidades de los demás, lo que supone aceptar lo “imprevisto, lo nuevo, lo sorprendente”.
En una sociedad como la nuestra en la que a pasos agigantados la Inteligencia Artificial (IA) se va imponiendo en todos los niveles sociales, el autor nos invita a que nos hagamos la pregunta de si esto va a suponer una deshumanización de las prácticas del cuidado. Al contrario, el autor defiende que puede ser una oportunidad para humanizar el cuidado dejando las actividades más técnicas en manos de la IA y centrándonos en aquellas que solo desde esa razón cordial se pueden llevar a cabo.
El segundo capítulo es un magnífico recorrido por los diversos pensadores que están en el trasfondo filosófico y han puesto, encima de la mesa del pensamiento, la necesidad de entender al ser humano desde esta perspectiva humanizadora y personalista, abriendo los ojos al “rostro del otro”, un repaso por autores como Jonas, MacIntyre, Ricoeur, Taylor, Lévinas, que apostaron, de una u otra manera, por lo que el autor denomina “responsabilidad cordial”.
De manera especial, y dándole el lugar que le corresponde para entender el comienzo y el proceso evolutivo de este nuevo paradigma del cuidado, el autor expone el pensamiento de la filósofa y psicóloga estadounidense Carol Gilligan. Su llamada de atención al estudio que hizo Kohlberg y su apuesta por introducir una “visión diferente” desde el feminismo, dio el pistoletazo de salida al desarrollo de una manera de entender la vida, las relaciones, las responsabilidades, la ética y la moral.
Una ética del cuidado que no es femenina sino feminista, como defiende el profesor Domingo Moratalla: “El feminismo guiado por la Ética del Cuidado podría considerarse el movimiento de liberación más radical -en el sentido de que llega a la raíz - de la historia de la humanidad. Al desprenderse del modelo binario y jerárquico del género, el feminismo no es un asunto de mujeres, ni una batalla entre mujeres y hombres, sino el movimiento que liberará a la democracia del patriarcado”.
El tercer capítulo nos enfrenta a uno de los graves problemas de nuestra sociedad, como así lo apuntaba el VIII informe FOESSA de Cáritas española, la “gran desvinculación”, aprovechando los escritos de Z. Baumann, al que nuestro autor no duda en calificar como “profeta”. Apunta diez claves interpretativas para la acción social con la que hace una radiografía de este mundo en el que nos movemos y que hace que la desvinculación se transforme en despersonalización, solamente superable desde el giro copernicano que puede suponer instalarnos en la “ética del cuidado”.
El libro es una apuesta por pasar de la “sociedad del bienestar”, que tantos avances nos ha procurado, a una “sociedad de los cuidados” que puede ayudarnos a dar un paso decisivo de humanización.
Los capítulos cuarto y quinto son un desarrollo de la necesidad de que la filosofía de los cuidados o la ética de los cuidados pase de un ámbito meramente individual y privado a un espacio institucional y público. Como dijimos al principio, el autor entiende que esta antropología, ética y filosofía no está destinada solo a iluminar al ser humano individual, sino que lo social, lo político, tienen que cobrar su protagonismo. Una apuesta por pasar de la “sociedad del bienestar”, que tantos avances nos ha procurado, a una “sociedad de los cuidados” que puede ayudarnos a dar un paso decisivo de humanización. Entender la economía, la política, la ecología desde una dimensión amable y propiciatoria de un cambio estructural que, ante los desafíos del cambio climático, la crisis económica, la guerra nuclear, tanta falta nos está haciendo.
Por último, en el capítulo sexto, el autor propone el concepto de “cuidado generativo” para poder afrontar lo que se puede calificar como el “tsunami de la digitalización”. Acogiendo criterios de la UE, propone los cuatro elementos clásicos de la bioética: beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia y, además, “a ellos se añadiría un principio de explicabilidad y accountability, porque los afectados por el mundo digital tienen que poder comprenderlo”. Para poder explicar la necesidad de afrontar toda esta nueva realidad el autor vuelve a echar mano de los pensadores que en los primeros capítulos ha descrito y nos recuerda con Hans Jonas que la ética del cuidado no es solamente una “una simple posibilidad de actuación sino un imperativo moral”.
Termina el autor del libro haciendo una referencia a la pandemia que estamos pasando, en la que hemos descubierto nuestras muchas debilidades como sociedad y de la que tenemos que aprender a afrontar, con sentido crítico, los pasos que estamos dando hacia la digitalización de la sociedad para no convertirnos en meros sujetos pasivos de protocolos de actuación que se pueden alejar de una verdadera respuesta humanizadora y cuidadosa.
Estamos ante una obra que es un repaso a las bases filosóficas y de pensamiento de la ética del cuidado, una propuesta ante los desafíos de la sociedad del siglo XXI y una mirada esperanzada en la que otra manera de vivir y de pensar el mundo, nuestra especie, nuestras relaciones, nuestra política, nuestra economía es posible.
En definitiva, un libro muy recomendable si se quiere profundizar en esta nueva manera de mirar, entender y comprender al ser humano y de cómo hay que estructurar un nuevo modelo de sociedad en la que la medida de todo sea la capacidad que tenemos de dejar cuidar nuestras vulnerabilidades y ser artífices de reconocimiento y cuidado de las debilidades de los otros.
José Ignacio Pérez García
Sacerdote de la diócesis de Mérida-Badajoz