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“Este libro no ha sido fruto del normal desempeño de las funciones de investigación y transferencia propias de un profesor de teología moral en una universidad de la Iglesia”

“Conciencia, discernimiento y verdad”

Julio L. Martínez, SJ, Conciencia, discernimiento y verdad.
BAC. Madrid 2019, 393 págs.

 

Conciencia, discernimiento y verdad

No estamos ante un libro de Bioética: ni por la temática ni por la manera de abordarla (estrictamente teológica). La obra que vamos a recomendar a los seguidores del Observatorio se mueve más bien en el terreno de la Teología Moral Fundamental católica.

Sin embargo, les puedo asegurar que su contenido va mucho más allá y proyecta su fecundidad también en el ámbito de la Bioética. De ahí que hayamos optado por incorporarla a nuestras recomendaciones bibliográficas. Más todavía: en el origen de nuestro Observatorio está la preocupación por poner en relación la Doctrina Social de la Iglesia y la Bioética, como dos áreas que caminan -y han de caminar- de la mano.

Leemos en la página 4: “En otros tiempos la teología moral pudo caer en la trampa de pensar que la comprensión alcanzada iba a ser estable y definitiva, pero el conocimiento histórico de la disciplina me lleva a sortear ese riesgo, al igual que me exige hacerlo así la complejidad de los recios tiempos que vivimos, no aptos para soluciones fáciles, dictadas desde arriba o apodícticamente asentadas”. ¿Tiene o no tiene que ver con la Bioética? ¿Qué otra cosa es la Bioética sino deliberación prudencial, método dialógico y participativo para encontrar la mejor solución posible a los grandes retos que la biomedicina y la crisis medioambiental plantean al conjunto de la Humanidad?

Más adelante, en la página 73 se dice: “Durante décadas muchos teólogos moralistas hemos expresado el deseo y la reivindicación de que el abordaje aceptado oficialmente en la moral de la Iglesia en todo lo relacionado con lo social siguiendo la orientación marcada por el Concilio, se aplicase sistemáticamente al ámbito de la moral de la persona (sexual, matrimonial y bioético) […] la exhortación apostólica Amoris Laetitia con su apuesta por el discernimiento pastoral, citado en la exhortación hasta cuarenta y cinco veces, viene a pedir que cambie algo fundamental en el modo de tratar esas materias de la moral y en la forma en que ha de proceder el magisterio”.

Desatar nudos

A nadie sorprendo si afirmo que las aguas no bajan tranquilas en el seno de la Iglesia católica. El propio papa Francisco afirmó durante su reciente viaje a Mozambique, Madagascar y Mauricio: “Rezo para que no haya cisma en la Iglesia”. Buena parte de los problemas vienen por la exhortación apostólica Amoris laetitia y, en general, por los temas que tienen que ver con la Teología Moral. Como señala el autor del libro que tenemos entre manos, “Francisco está decidido a desatar algunos nudos que llevan décadas liados… No lo está teniendo nada fácil, porque el lío de nudos es considerable, y porque no pocos dentro de la Iglesia están haciendo todo lo posible para que ciertos nudos no se puedan desatar”.

Esta obra (que recomiendo por su coraje, claridad, inteligibilidad y oportunidad) tiene el objetivo declarado de apoyar esa tarea. Y lo hace con rigor, con soltura y con un profundo espíritu eclesial. A lo largo de sus páginas queda bien patente que el magisterio del actual pontífice ni rompe con la Tradición ni adolece de la debida fundamentación teológica: otra cosa es que esa teología guste a los que han regido los destinos de la Iglesia con mano de hierro hasta la llegada de Francisco y que muchas veces habían confundido tradiciones con Tradición.

Para quien no conozca a Julio Martínez diremos que es sacerdote jesuita, nacido en Vigo el año 1964. Doctor en Teología Moral, en la actualidad se desempeña como Rector de la Universidad Pontificia Comillas, en donde es catedrático de dicha especialidad. Allí mismo ha sido, entre otras responsabilidades, Director de la Cátedra de Bioética.

 

concienciadiscernimiento

 

Tres palabras rotundas como título, una editorial como la BAC (integrada en el grupo editorial de la Conferencia Episcopal Española) y la advertencia del autor de que “este libro no ha sido fruto del normal desempeño de las funciones de investigación y transferencia propias de un profesor de teología moral en una universidad de la Iglesia” son otros tantos elementos a tener en cuenta a la hora de valorar la obra que estamos recomendando a los lectores de esta sección del Observatorio.

Un libro que he leído con sumo agrado en mis vacaciones veraniegas, feliz de volver a ver citados en un libro de estas características a autores tan queridos para mí como Juan Masiá, Bernhard Häring, Andrés Torres Queiruga, Richard McCormick, Marciano Vidal, Charles Curran, José Antonio Pagola, Josef Fuchs…

Un libro que, además, posee un gran sentido práctico. Ahí están, por ejemplo, las págs. 18-22 (en donde enumera las 14 características que, a su juicio, caracterizan la cultura actual), 202-208 (sobre las actitudes necesarias para el discernimiento en común) y 213-221 (en las que presenta dos modelos para el análisis social). Con todo, y para que nadie se lleve a engaño, no puedo dejar de subrayar que estamos ante una obra de estudio, con la profundidad y densidad que a tal género corresponde.

En ella se ve al sacerdote sabio y prudente, formado en la tradición espiritual de San Ignacio de Loyola y en la benignidad pastoral del patrón de los moralistas, San Alfonso de Liguori, que busca con pasión la salvación de las almas: “La teología, y de modo particular la teología moral, debe ser enteramente pastoral, esto es, orientada a la salvación y a la santificación”. Y más adelante: “Moral y espiritualidad tienen que arar juntas”.

Un prólogo, siete capítulos y un balance final. Recojo los títulos de los capítulos, pues me parecen claramente ilustrativos: 1) El marco donde nos movemos: ¿a dónde vamos y por qué?; 2) Bases antropológico-morales para adentrarse en la cuestión; 3) Lo que necesita “aprender” la moral de la persona y cómo y de quién puede hacerlo; 4) El discernimiento personal; 5) Discernimiento en común; 6) De Veritatis splendor a Amoris laetitia: Crónica de una evolución necesaria; 7) Conciencia y verdad.

“Aunque sea so capa de bien, detener en la Iglesia el desarrollo en la comprensión de la verdad es un fatal error, que puede llegar a caer incluso en lo herético”, de tal manera que “la auténtica fidelidad a la tradición demanda innovación”, nos dice el profesor Julio Martínez; (p. 85) y nos recuerda unas ideas de Pablo VI: “La Tradición no es un museo, un cementerio, una arqueología. Es una planta que florece cada primavera, una savia que continuamente se renueva” (p. 90). Y en esas estamos.

 

José Ramón Amor Pan
Coordinador Observatorio Bioética y Ciencia Fundación Pablo VI

 




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